viernes, 15 de octubre de 2010

HISTORIA DE JIQUILPAN


Por Álvaro Ochoa Serrano
Doctor en Historia
Un fragmento de Jiquilpan-Huanimban. Una historia confinada. Porque pasó de noche un aniversario digno de recordarse. Espero que para el próximo año (a cien años del acontecimiento) se tome en cuenta. La historia de Jiquilpan no tiene porque ser fantasiosa. Hace más de cien años, el gobierno del estado recogió “Quintas en Jiquilpan” Recuerdos de la Guerra de Independencia en Michoacán. 1896. Morelia: Talleres de la Escuela Industrial Militar Porfirio Diaz, página 21. Los ejecutados, exactamente en jardín norte de la ciudad, esperan otra justicia. Sería bueno proponer se llame Jardín Bautista López o Héroes de Jiquilpan.
La prueba está en el Archivo Parroquial de Jiquilpan, Entierros, Libro de Castas 1804-1822, f 34v. Al margen: Partida de los arcabuceados que cogieron prisioneros en la Guerra de esta jurisdicción. José Gabriel Bautista ofreció ocupar el lugar de su padre Juan Bautista López y sufrir la muerte. Acto admirable. Ramón Sánchez lo refiere en el Bosquejo Histórico y Estadístico del Distrito de Jiquilpan. 1896, p. 112 nota.
A mediados de 1811, renunciando al indulto y previo nombramiento de la Junta Nacional de Zitácuaro, Luis Macías, insurrecto mariscal de campo y general de la Nueva Galicia, tomó otra vez la ruta rebelde al lado de Francisco Guzmán, hermano del mulato Gordiano, y del Lego Miguel Gallaga, sobrino de Hidalgo. En La Palma, rancho de Macías, con la asistencia del presbítero indultado Ignacio Ortiz luego del desastre insurgente de Puente de Calderón y la ejecución de Hidalgo en Chihuahua, se fragua la toma de Jiquilpan. Gallaga entró a Jiquilpan al grito de ¡Viva la Virgen de Guadalupe! en julio de 1811. Una vez adentro, hubo paseos, baile y peleas de gallos. Pero un cuerpo de acordada de la Nueva Galicia co¬mandado por Manuel del Río echó a perder el festejo. Llegó a batir “la nueva chusma” de Miguel Gallaga, su hermano y Ochoa en una loma inmediata. El antiguo comisario de la Santa Hermandad dispuso perseguir a los fugitivos por el Pastor y Guaracha, y poner una guarnición bajo el cuidado del jiquilpense Miguel de la Mora.
Amén de otros actos, hubo represalia realista al festejo insurrecto. Manuel del Río, con una fuerza numerosa, rodeó la población e hizo prisioneros como a un centenar de vecinos, los más de ellos mulatos e indios; tras quintarlos, tomando a uno de cada cinco, les dio muerte. Ignacio Salceda, Ignacio Baca, Ignacio Sánchez, Esteban Crisanto, Francisco Hernández, José María Lázaro, Pedro Celestino, José Domingo Ocaranza, Andrés Domingo, Agustín Jaso, José María Ramírez, José Barajas, Cayetano Bernal, José María Bustos, Gabriel Bautista, J. María Ceja, Santos Vera e Ignacio Cuéllar, dieciocho señalados, fueron ahorcados “en los árboles de un punto que está al Norte y que aún lleva el nombre de Los Colgados”. El día veinte y cuatro de julio de 1811, el cura provisional de este partido sepultaba en el cementerio de la parroquia, decapitados, y “(con permiso superior) a los cuerpos de diez y ocho que por la justicia se habían pasado por las armas y colgado en las entradas de este pueblo”.
Una noche de noviembre de ese 1811, gente alzada alrededor de Rafael Gudiño y José María Mora sorprendió a la guarnición encomendada a Miguel de la Mora. Tanto creció el susto, que el realista de la Cruz, desde Guadalajara, comunicaba a su jefe Calleja la sorpresa recibida. “Por esta razón –le dice , y esperando relaciones circunstanciadas, tengo que suspenderlo todo”. Tras del triunfo, los vencedores se retiraron a la hacienda de La Laguni¬ta; a donde, raudo y veloz, se presentó Miguel de la Mora con más fuerza de ca¬ballería. Nueva acción de armas, y parten los de Gudiño y Mora a Coalcomán, suroeste de Michoacán.
Otros insurrectos hicieron de las orillas de Jiquilpan y haciendas cer¬canas (excepto Guaracha y sus alternas) un refugio y fuentes de abastecimiento. También estos lugares aportaron “patriotas” comprometidos con el sistema colonial y oficiales realistas. Sobre todo, la región se convirtió en campo de batalla, acentuada más en el feudo guaracheño. Empezando el año 1812, los realistas Quintanar y Negrete derrotan a los seguidores de Juan Cárdenas, del Río y Luis Macías “El hacendero” en el Platanal. Igualmente el 16 de enero, Vicente Chavarría y otros siete de diversas partes eran ejecutados en el pueblo. A los difuntos se les sepultaba en el cementerio de la parroquia y en los de la capilla de Santiago (donde estaría después el consultorio del Dr. Casillas) y del Hospital (en el actual mercado).
En Mazamitla y en Jiquilpan procesan a Guadalupe Rangel, vecina de este último pueblo, por ser esposa de Albino García, un caudillo rebelde. En marzo de 1812, Albino García, un tío y un sobrino de la infortunada Rangel fueron aprehendidos cerca de Jaripo y fusilados en el casco de Guaracha. La misma suerte corría, pero en Cuautla, el jiquilpense Santia¬go Sánchez “por haber estado entre los insurgentes”. El 6 de abril, Manuel Villanueva, Nicolás Morrón y otros dos de varias partes fueron pasados por las armas del ejército del rey en Jiquilpan.

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