sábado, 25 de febrero de 2012

“LA CASA DE JUANA OROZCO”

“LA CASA DE
JUANA OROZCO”
J. L. C. Guerra.
Existe, en un poblado de la Ciénega, una casa ubicada en la plaza
principal. Los lugareños evitan siquiera acercarse al derruido portón de madera
que desde hace muchos, muchos años permanece cerrado como si escondiera un
secreto terrible. Hay quienes aseguran que en las noches sin luna al interior
de la casa se escuchan pasos cansados y unos quejidos lastimeros, incluso,
algunos aseguran haber visto la silueta de una mujer mirando a la calle.
Cuentan los ancianos del lugar que esa casa perteneció a una mujer tan
hermosa como soberbia, que en tiempos de la Guerra de Independencia traicionó y entregó a
muchos de los capitanes que buscaban la libertad de México.
Lo cierto es que desde hace muchos años que las paredes de esa casa se
caen a pedazos, los techos se derrumban y un olor insoportable se apodera de la
calle.
Yo conozco esa casa, he caminado por sus largos pasillos entre sus
paredes llenas de cuadros y repisas con bustos e imágenes de santos, he
escuchado los quejidos que se desprenden de los cuartos más oscuros, yo mismo
he llorado en noches de soledad.
Dicen que la casa está hechizada, que las traiciones de Juana Orozco
maldijeron por siempre cada uno de los ladrillos, cada una de sus tejas.
Tenía 17 años cuando crucé por única vez el portón. Con paso vacilante
recorrí la larga estancia, eran las 5 de la tarde, apenas unos pequeños rayos
de sol lograban colarse entre las raídas cortinas negras, con mi mochila al
hombro penosamente subí la endeble escalinata que a cada paso crujía al sentir
el peso de mi cuerpo.
Recorrí cada una de las habitaciones, el paso de los años había dejado
una gruesa capa de polvo sobre los muebles. Sin pensarlo se pasó el tiempo,
cuando me di cuenta el reloj en mi mano marcaba pasadas las 10 de la noche.
Comencé a desandar el camino, llegué a la puerta que daba a la calle, quise
abrirla. No pude, una fuerza extraña mantenía cerrada la salida, la oscuridad
era total, una sensación de vacío se anidó en mi estómago… ¡era miedo! Tenía
miedo, entre rezos y sobresaltos el sueño comenzó a vencerme, lentamente y sin
pensarlo mis ojos comenzaron a cerrarse dejándome completamente aislado del
mundo real. ¡Soy franco! No sé si fue un terrible sueño o la más aberrante de
las realidades pero de pronto una música lejana comenzó a escucharse, el eco de
risas y charlas se volvió de pronto en un ruido ensordecedor; la estancia en la
que me encontraba se vio repleta, sin saber cómo, cientos de figuras
espectrales se mecían al compás de una danza antigua, las figuras, de hombres y
mujeres bebían en enormes copas y reían. De pronto, silencio total, de la
enorme escalera descendía majestuosa una figura femenina, tras ella, tres
doncellas palidecían ante el resplandor de Juana Orozco, porque era ella, al
llegar al amplio salón, de una puerta que hasta entonces no había visto, salió
un negro brutal jalando con una cadena a un campesino. Llegados frente al
espectro de la mujer, el descomunal negro dijo algo su oído. Llena de rabia,
Juana Orozco, o su espectro, tomó un agudo cuchillo que le tendió una de las
tres doncellas y sin piedad alguna lo clavó repetidas veces en el cuerpo de
aquel infeliz que a cada cuchillada se retorcía de dolor.
De pronto, los ojos de aquella mujer se posaron fijamente en mí, con un
ademán de su rostro azuzó al enorme negro para que me retuviera. No tuve
fuerzas para defenderme, cuando me di cuenta me encontraba cargado de pesadas
cadenas arrodillado ante aquella mujer. Igual que con el campesino, levantó la
mano sosteniendo el puñal para enterrarlo en mí pecho. Cerré los ojos y perdí
la conciencia. Sentí un enorme frío, abrí los ojos, estaba tirado en la
banqueta de la casa, el reloj de la iglesia marcaba las 6 de la mañana,
tímidamente la gente comenzó a salir de sus hogares, unos para ir a misa, otros
para comenzar a barrer el frente de sus casas. Me puse de pie, con paso
vacilante caminé al templo, me senté, aquí, en la puerta de donde no me he
movido en los últimos 60 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario